Acoso
Por Baltasar Aguilar Fleitas
Vivimos un tiempo que, entre otras, tiene la saludable particularidad de cuestionar las raíces de lo que hasta no hace mucho se consideraba obvio, lógico, natural o “no demasiado grave”. Paralelamente se reconocen nuevos derechos y se denuncian como inapropiadas determinadas conductas.
Entre esas actitudes, comportamientos o modos de existir cuestionados están los que tienen que ver con la relación entre hombres y mujeres.
La situación que plantea este cuadro es un ejemplo de lo que vengo diciendo. Una joven mujer viaja en tren, está vestida de negro, lleva flores… podríamos imaginar que es una viuda que regresa de vivir o va a vivir un momento difícil, o a llevar flores a la tumba de un ser querido… Detrás, un hombre mayor le habla, al parecer con insistencia. Algo le comenta al oído. No debe ser nada agradable lo que le dice este sujeto; lo sabemos por la cara de la mujer que se dirige hacia nosotros, y porque, si agrandan la imagen, verán una lágrima que se desprende del ojo derecho y empieza a correr por su mejilla.
Berthold Woltze (1829-1896), autor de esta obra, fue un pintor alemán que retrataba situaciones comunes, cotidianas, como esta, de manera muy realista. No obstante, hay críticos de arte que sostienen que a sus obras les falta “algo” que las haga trascender, algo que les insufle vuelo, quizás algún detalle que haga la diferencia entre pintura y fotografía.
Sin embargo, las pinturas como esta tienen lo que puede denominarse “potencia narrativa”, a lo que hemos hecho referencia en varias ocasiones. Otros hablan de “imágenes problemáticas”, esas que nos invitan a la interpretación, a conjeturar, a tirar ideas…
Por más claro que parezca a primera vista el mensaje de este cuadro, es una imagen problemática. Podría tratarse de un acoso. La mujer se angustia, nos mira como pidiendo auxilio. El tipo es francamente desagradable y seguro que le tira el humo del habano en la cara para invadir aún más su intimidad.
Pero podría ser también un señor de buenas intenciones que le da palabras de aliento y conformidad ante una desgracia reciente. Claro que esta eventualidad es posible pero muy poco probable. Creo, en efecto, que el acoso verbal en este caso es claro y que este tipo es, como lo expresa el nombre del cuadro, un caballero molesto. Por eso titulé la columna como abuso.
La obra de arte de hoy pertenece entonces a este pintor Berthold Woltze y se llama El caballero molesto; mide 75 cm por 57 cm, y fue pintado en 1874. Es un óleo sobre tela que pertenece a una colección privada.
¿Qué quiso decir el pintor? No lo sabemos con exactitud. Pero para la mujer es una situación incómoda, no hay dudas…
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