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Duelo a garrotazos

Por Baltasar Aguilar Fleitas

Mañana 2 de octubre será el Día Internacional de la No Violencia. Este recordatorio, consagrado por las Naciones Unidas, se celebra desde 2007. El objetivo es promover la cultura de paz y la solución pacífica de diferendos y controversias (me parece que tengo oída esta frase en boca de políticos y diplomáticos poco ocurrentes). La iniciativa fue de India que destacó en su momento la relevancia mundial de la filosofía de Gandhi para la paz planetaria.


Hoy se pueden comprobar grandes conflictos entre países y una violencia sorprendente en  la sociedad. Este día sólo tiene relevancia simbólica, parece innecesario decirlo, pero es una oportunidad para poner en consideración pública un tema crucial: cómo construir un país de bienestar con la violencia que sobresale en toda la sociedad. ¿De qué bienestar hablamos cuando a lo largo de un día cualquiera padecemos, vemos, oímos, una multitud de expresiones de violencia?


Para la ocasión podría haber traído una obra de arte edulcorada y pacífica que resalte lo benéfico que es vivir en paz. Pues no, iré por la contra: mostraré un cuadro violento para mostrar la sinrazón de la violencia.


Francisco José de Goya y Lucientes o simplemente Goya (1746-1828) fue un pintor español que hacia el final de su vida, ya enfermo y sordo, adquirió una casa de dos plantas llamada La quinta del sordo, ubicada en las afueras de Madrid, a orillas del Río Manzanares. El nombre de la finca, curiosamente, no se refiere a Goya sino a su anterior propietario que también era sordo. 


España atravesaba un periodo muy difícil con la restauración de la monarquía absolutista de Fernando VII y Goya pasaba por un momento de soledad y turbulencia interior. En las paredes de dos salas de esa estancia, Goya pintó catorce obras que pasarían a conocerse como “las pinturas negras”. Ese nombre alude a los tonos oscuros que usó y a los temas sombríos que presenta: muerte, destrucción, violencia…


La casa fue derruida en 1909 y las 14 pinturas negras fueron pasadas a lienzo. Hoy se conservan en el Museo del Prado de Madrid.


Aquí mostramos una de ellas, llamada Duelo a garrotazos, donde, en una zona descampada, dos hombres, vaya uno a saber el motivo, se enfrentan violentamente con garrotes. El de la izquierda parece más fuerte y tiene la cara y el pecho manchados con sangre (agranden el cuadro y vean); el de la derecha levanta la mano izquierda para protegerse de los golpes de su adversario. Algunos dicen que están hundidos hasta las rodillas y otros que sus pies están solo cubiertos por la hierba. 


A algunos españoles les gusta decir que el cuadro representa a España: desde la confrontación de absolutistas y liberales de la época en que se pintó, pasando por la guerra civil, la lucha por el problema vasco y el problema Cataluña hasta el actual enfrentamiento entre sectores progresistas y la nueva derecha europea, la historia de España ha sido fratricida.


Esta obra ha recibido distintos nombres: Dos forasteros, Dos boyeros, etc. Lo importante es que Goya pretende mostrar la irracionalidad de la violencia.


En esta serie vimos otra pintura negra de Goya, Saturno devorando a su hijo, realizada por la misma época.

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La obra de arte de la semana es Duelo a garrotazos

Francisco de Goya y Lucientes

1820 - 1823

125 x 261 cm 

Técnica mixta sobre revestimiento mural de yeso trasladado a lienzo, actualmente en el Museo del Prado, Madrid.

Publicada: 01/10/2024

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