#Pócast - El fútbol en la sangre
Actualizado: 24 sept 2023
Río de la Pelota. El entretiempo, episodio 1.
Si hay algo que ha conseguido el fútbol en el Río de la Plata desde que llegó a estas tierras es construir identidad nacional. A través de este breve relato Río de la Pelota tratará de ilustrarte una de las tantas causas que han hecho que este deporte esté tan arraigado y sea tan importante en nuestras sociedades. Paralizar almuerzos domingueros, obligar a consumir (o no) ciertas bebidas, o a vestirse utilizando (o no) tal o cual color de ropa, no es una casualidad.
Caía el sol en la tarde del 9 de junio del año 1924 en la ciudad de París.
Hacía instantes nomás, Uruguay acababa de ganar la medalla de oro olímpica en la disciplina fútbol por primera en su historia. Y como este era el primer campeonato organizado por la FIFA esto significaba que Uruguay acababa de ganar el primer campeonato del mundo de la historia. Así lo narrarían los diarios de la época del mundo entero.
Pero volvamos a aquellos instantes de 1924.
Hacía unos minutos nomás alguien había izado el pabellón nacional suizo.
Es en este mismo instante que quiero que te imagines que los jugadores uruguayos están formados esperando pacientes para que izaran su pabellón nacional.
Pero para un poco. Pensá que hoy estando lejos de tu patria cuando te cruzas con un compatriota te pones inexplicablemente feliz. Pensá que aún estando de viaje de placer y con el avance tecnológico que tienen las comunicaciones actualmente, que si estando lejos de tu patria llegas a escuchar el himno nacional te emocionas.
Ahora sí por favor ponete en la piel de alguno de aquellos humildes obreros que habían cruzado el atlántico durante semanas en un barco de carga pasando hambre, dejando padres, novias, hermanos e hijos sin siquiera saber si a la vuelta serían aceptados en sus antiguos empleos. Ahora sí ya sos uno de aquellos jugadores uruguayos.
Ya estás escuchando el himno nacional en la tarde parisina y estás viendo que en este mismísimo instante la bandera de tu país queda flameando en lo más alto de todo.
Tenés la piel erizada. Una lágrima cae por tu mejilla. Tu corazón no te cabe en el cuerpo, tanto que no te podes poner a pensar si a tus compañeros de batalla les estará pasando lo mismo. Pero sí les está pasando exactamente lo mismo.
Pensás en tu familia, en tus amigos y en tus seres queridos pero sobre todo pensas en cómo estarán viviendo estas noticias en tu pequeño país. Te imaginas que tu padre se fue a abrazar con el vecino hincha del cuadro rival. Que probablemente hasta tu mamá estuvo pendiente del partido de hoy junto a su amiga con la que lavan ropa juntas y que en las calles todos se abrazan, cantan y bailan al ritmo del “uruguay noma” sin importar ninguna otra razón que la de imaginarse que el campeonato del mundo es de color celeste.
En ese mismísimo instante venís a darte cuenta que pese a no ser uruguayo de nacimiento y a haber nacido en España, vos también tenés ganas de gritar Uruguay nomá. Te das cuenta que sos tan uruguayo como los demás que están festejando al lado tuyo y que amás a tu nuevo país.
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Esto que acabas de vivir, es algo parecido a lo que vivió el jugador uruguayo Pedro “Indio” Arispe en la tarde parisina del 9 de junio de 1924 y a lo que vivieron infinidad de inmigrantes llegados a tierras uruguayas por aquel entonces. Así entendió Arispe que era uruguayo y muy probablemente esto mismo le pasó a muchos de los habitantes de aquel Uruguay. Tal vez por eso, te guste o no te guste el fútbol, si sos uruguayo o uruguaya, lo llevas en las venas. Algún antepasado lo dejó en la sangre familiar y eso se transmite de generación en generación.
Este relato forma parte el pódcast El Entretiempo de Río de la Pelota. Podrás escucharlo aquí en Spotify o en el canal de YouTube.
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