Espera un momento
Por Baltasar Aguilar Fleitas
Hoy no tenemos ni pintura ni escultura para mostrar en este espacio. Las imágenes a las que estamos acostumbrados faltarán a la cita. Y la que presentaré no se considera una obra de arte para estar en un museo (aunque no sé muy bien por qué). La elegí por la cercanía de esta fecha con el día de los difuntos.
No hay que poner al arte otro límite ni otra condición que la calidad. Si es pintura, poesía, cine o novela da lo mismo aunque el lenguaje sea diferente. Así que me tomaré el atrevimiento (o el permiso) para ofrecerles como obra de arte de la semana un fotograma de una de las películas más importantes de la historia del cine: El séptimo sello (1957) del director sueco Ingmar Bergman (1918-2007).
En una entrega de esta serie vimos y analizamos la imagen de un caballero jugando al ajedrez con la muerte, que Bergman vio en una parroquia mientras acompañaba a su padre en una ceremonia religiosa y que seguramente lo inspiró para este film. Ese artículo lo pueden ver aquí.
Hoy vuelvo a Bergman (de puro fanático) con ese pasaje de la famosa película.
Recordemos la escena: un caballero que regresa de una cruzada (representado por el actor Max von Sidow) se encuentra con la Muerte (Bengt Ekerot), que a poca distancia de él despliega su manto negrísimo y luego de una breve negociación se han sentado ambos a jugar al ajedrez. Se produce entonces el siguiente diálogo:
-Caballero: ¿Quién eres?
-Muerte: Soy la muerte.
-Caballero: ¿Has venido a buscarme?
-Muerte: Llevo mucho tiempo a tu lado.
-Caballero: Lo sé.
-Muerte: Estás preparado?
-Caballero: Mi cuerpo tiene miedo... yo no.
La Muerte se le acerca:
-Caballero: Espera un momento...
-Muerte: Todos dicen lo mismo, pero no tolero el retraso...
-Caballero: Juegas al ajedrez, ¿no?
-Muerte: ¿Cómo lo sabes?
-Caballero: Lo he visto en pinturas y lo he oído en baladas...
-Muerte: Sí, soy un gran jugador.
-Caballero: No mejor que yo.
-Muerte: ¿Por qué no me retas?
-Caballero: Ese es mi trabajo.
-Muerte: Cierto...
Se sientan ante el tablero.
-Caballero: Déjame vivir mientras dure la partida. Si te hago jaque mate, me dejarás marchar...
Sortean las piezas:
-Caballero: juegas con las negras...
-Muerte: Es lo más apropiado, ¿no?
Este célebre diálogo acompaña a imágenes de gran belleza plástica. Que la película sea en blanco y negro realza el clima espiritual y amenazante del film. El cielo está nuboso y al fondo se ve el mar.
La polisemia de la escena (al arte hay que obligarlo a que diga, a que hable), se puede abordar a través de algunas preguntas y afirmaciones inquietantes:
- todos intentamos distraer a la Muerte con un juego efímero como lo es la vida para el que nunca estamos preparados y en el que a menudo hacemos movimientos ridículos (de eso estoy muy, pero muy convencido);
- a veces la Muerte entra en el juego y mueve sus piezas, nos deja comer algunos peones, que solo avanzan un casillero y están destinados a sucumbir, a sabiendas de que al final es invencible;
- la ciencia y la medicina en particular se ofrecen para ayudar al caballero, le hacen señas y guiños sobre cómo mover las piezas, con lo que éste logra apoderarse de algunas negras pero más tarde o más temprano el jaque mate a las blancas se impone, inapelable, por lo general con una jugada magistral;
- la Parca va acumulando fuerzas a medida que pasa el tiempo; cuanto más juegas con ella más sabiduría adquiere la maldita;
- sin hacernos ninguna pregunta la Muerte se nos sienta enfrente y solo con su mirada seria y pálida nos cuestiona el sentido que le hemos dado a la vida; no nos pregunta directamente porque sabe de sobra que eso del sentido de la vida es una cuestión totalmente extraña para los pobrecitos que por lo general estamos convencidos de que lo que hacemos en ella es muy importante y nos justifica;
- en esta escena y luego más explícitamente en otros momentos de la película surge la pregunta angustiosa que guió la vida de Bergman ¿existe un Dios que nos ayude en ese trance, cuando estemos frente a la Muerte? Si es así ¿por qué no nos habla?
- después de terminada la partida ¿qué pasará? ¿Nacemos y morimos y eso es todo? ¡Qué absurdo entonces!
- y si por nuestro arte de curar y cuidar, algunos de nosotros, también mortales, somos llamados por el caballero a tomar el lugar de la Muerte y ejecutar la jugada final o patear el tablero, ¿aceptaremos el reto? La orden “déjamelo a mi” que en ese caso le daríamos a la muerte ¿no significa nada? ¿dar muerte forma parte de nuestro arte? ¿lo haríamos porque la estúpida Parca demora demasiado? ¿o porque el caballero se hartó de jugar inútilmente?
- ¿quién está preparado para darse cuenta que más allá de lo que dice, lo que implora el caballero es tener un poco más de tiempo?
- ¿qué significa el rostro serio de la Muerte y la sonrisa desafiante, quizás ridícula, quizás esperanzada del caballero en el momento de elegir las piezas como se ve en la imagen?
- la magistralidad de Bergman coloca frente a frente a un seguro vencedor y a un seguro derrotado a disputar una partida de ajedrez, juego que en la vida real tiene un final incierto. ¿De cuántas paradojas visuales y conceptuales como esta se compone la vida?
En fin…conjeturas de un viejo impertinente.
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El séptimo sello (película): ver aquí.
Sobre Bergman: ver aquí.
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El séptimo sello (fotograma)
1957
Director: Ingmar Bergman
Publicada: 05/11/2024
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