La mujer rota

Por Baltasar Aguilar Fleitas

Frida Kahlo (1907-1954) fue una pintora mexicana que padeció una vida conflictiva y trágica. Su dolor, sufrimiento y adversidades probablemente no tengan parangón en la historia del arte.

Frida Kahlo tuvo en su juventud un grave accidente de tránsito que la mantuvo postrada durante un periodo prolongado. Eso ocurrió el 17 de setiembre de 1925 cuando el coche en el que regresaba a su casa después de estudiar fue arrollado por un tranvía, quedando aplastado contra un muro y completamente destruido. A raíz de ello tuvo múltiples fracturas. En la historia clínica se reportó “fractura de tercera y cuarta vértebra lumbares, tres fracturas en pelvis, 11 fracturas en pie derecho, luxación de codo izquierdo, herida penetrante de abdomen producida por un tubo de hierro que entró por cadera izquierda saliendo por el sexo rompiendo labio izquierdo. Peritonitis aguda. Cistitis con canalización por bastantes días”. Fue operada por lo menos 32 veces a lo largo de su vida. A raíz de que un pasamanos entró por la cadera izquierda y atravesó su cuerpo hasta salir por la vagina, Frida comentaría que así, de esa forma tan violenta, había perdido su virginidad.

Además, padeció poliomielitis; a todo eso hay que agregar que tuvo una relación muy conflictiva con su madre y con su esposo, el famoso pintor Diego Rivera, 21 años mayor que ella que la atormentó con sus infidelidades. En una ocasión dijo: “Yo sufrí dos accidentes graves en mi vida, uno en el que un autobús me tumbó al suelo…El otro accidente es Diego Rivera”.

Ambos estuvieron vinculados a la lucha política, en el Partido Comunista de México, del que Diego fue expulsado en 1939.

En 1930 Frida se embarazó por primera vez pero el embarazo debió ser interrumpido por posición anómala del feto y por las secuelas del accidente de 1925. Luego sufrió un segundo aborto encontrándose en Estados Unidos.

Frida y Diego le ofrecieron su casa a León Trotski, revolucionario soviético exiliado para que se refugiara, con quien Frida tendría un amorío fugaz.

La vida de Frida (sola o junto a Diego) ha dado lugar a innumerables expresiones pictóricas propias, piezas literarias y cinematográficas. Es imposible aquí dar más detalles sobre su vida, nos llevaría demasiado espacio. Advierto que leer la biografía de Frida, enmudece.

Falleció el 13 de julio de 1954, a los 47 años. Su cuerpo fue cremado y sus cenizas fueron llevadas a la bonita Casa Azul, hoy conocida como Museo Frida Kahlo, cuya visita es muy recomendable si tienen oportunidad de ir a México.

Su obra ha sido calificada como surrealista. Sin embargo tiene poco de surrealista, no hay que complicarlo tanto: Frida pinta, o mejor dicho, se pinta a sí misma, pinta su vida de dolor y sufrimiento. “En realidad no sé si mis cuadros son surrealistas o no, pero sí sé que representan la expresión más franca de mí misma”, dijo en una ocasión. Y para no sembrar dudas agregó: “Odio el surrealismo, me parece una manifestación decadente del arte burgués”.

La obra de Frida que presentaré esta semana se llama La columna rota, de 1944. Es un pequeño cuadro que alude directamente al accidente del que hablamos y sus consecuencias. Allí Frida se autorretrató llorando y con un cuerpo sufriente a más no poder. La columna vertebral ha sido sustituida por una columna de material estilo jónico, fracturada en varias partes. Un corsé de metal sujeta a ese cuerpo mutilado. Pero hay más: muestra el cuerpo penetrado por decenas de clavos, que relatan el grado extremo de dolor que soportó durante casi toda su vida. No se refiere solo al dolor físico: no debe ser casual que el clavo más grande sea el que está a la altura del corazón, Frida nos alerta que también hay sufrimiento afectivo, emocional y moral. El principal motivo de las obras de Frida es ella misma y su vida. Sólo el arte le traería un poco de paz.

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En esta serie se puede ver una entrada dedicada a su compañero Diego Rivera.

Si les interesa conocer más detalles de la agitada y singular vida de Frida pueden ver este video (20 minutos):

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La columna rota

Frida Kahlo

1946

Óleo sobre lienzo

30 x 39 cm

Museo Dolores Olmedo, Mexico D.F., México