La respuesta al cambio climático está en tus manos: solo debes comer menos carne y andar más en bici
Por Aramís Latchinian
“Un hombre solo, una mujer,
así tomados de uno en uno,
son como polvo, no son nada…”
José Agustín Goytisolo
Activismo ambiental: ¿construcción colectiva o autoayuda?
Nos tocó vivir una época de respuestas individuales, una época que nos invita al esfuerzo personal como estrategia para alcanzar el éxito, donde lo colectivo no es redituable, es casi una pérdida de tiempo. Donde la salud se obtiene exclusivamente por comportamientos y prácticas individuales, por hábitos alimentarios y correr con auriculares. Donde la práctica de deportes es cada vez más individual y aislada, gimnasios llenos de personas que nunca hablan entre sí, que no miran a su vecino -mirar al otro es sospechoso-. Donde la Paz se vuelve un ejercicio de introspección y no una superación colectiva de cualquier forma de violencia. Los libros más vendidos ya no son de literatura, Historia o Ciencias, son libros de autoayuda que nos explican que la solución a nuestros problemas es individual, está dentro nuestro y es inmaterial.
Nos tocó vivir una época de aislamiento social, y la respuesta a los problemas ambientales no desentona, es también individual. Si quieres salvar a los océanos no uses bolsas plásticas ni pajitas. Si quieres enfrentar el cambio climático debes andar en bicicleta y comer menos carne. Parecería que son mis hábitos particulares los que causan la crisis ambiental y por lo tanto «en mi está la respuesta». Está muy bien que usemos menos bolsas plásticas y que generemos menos residuos, que seamos más eficientes y que mantengamos limpias las ciudades, esto redundará en una mejor calidad de vida, pero no vayamos a pensar que estamos salvando de algo al planeta.
La promoción de la acción individual que se presenta como el empoderamiento de cada persona, si es la estrategia principal, en realidad implica renunciar a los instrumentos de la organización social que protegen al individuo y amplifican su voz, es por ejemplo, prescindir de la legislación como instrumento de lucha ambiental. Es un retroceso civilizatorio de varios miles de años, ya no es necesario que los ciudadanos estén organizados, basta con que vayan al supermercado con una chismosa.
Cuando la acción es individual y emocional, el placer es el estímulo más importante, que comienza a anestesiar la racionalidad y nos empieza a seducir el discurso culpabilizador de que cada uno de nosotros es responsable de los grandes problemas ambientales y que en nuestras manos está la solución.
La sublimación de la respuesta individual es la respuesta virtual. Creer que si enviamos un mensaje por WhatsApp a nuestros conocidos o le damos «me gusta» a una imagen estaremos contribuyendo a generar conciencia o a mejorar el medio ambiente. Ya la respuesta no tiene por qué ser colectiva y organizada, ni siquiera tiene porque ser real.
La realidad es que los impactos más significativos sobre el ambiente responden a acciones organizadas, concentradas, multimillonarias y de sólidas bases científicas. Enfrentarlas con acciones individuales, básicamente emocionales y de autosatisfacción, es al menos ingenuo.
Todos estamos de acuerdo en que el aumento del parque automotor en el mundo es un problema, no solo por las emisiones de gases de efecto invernadero, por los residuos y los consumos, por los impactos de su fabricación y por el deterioro general de la vida en las ciudades. ¿Por qué entonces los gobiernos usan como indicador de prosperidad económica la cantidad de autos cero km vendidos por año? ¿Por qué no invierten en un transporte colectivo eficiente y limpio, desincentivando así la compra de vehículos particulares? ¿Por qué no se penaliza a la publicidad engañosa sobre venta de autos, como se hace con los cigarrillos?
No tengan dudas que parte de la respuesta se encuentra en el andamiaje económico y comunicacional más colosal, que trabaja de forma científica y organizada para que se fabriquen y vendan cada vez más autos. Y aquí el aspecto más crítico no es producir más, es convencernos de que necesitamos un auto, otro auto, cambiar el auto… ¿Es casual que el término «ciudadano» tienda a sustituirse por «consumidor»?
Muy bien, establecido el punto, ¿alguien puede creer que la iniciativa individual de andar más en bicicleta contribuirá a reducir los impactos de estas políticas globales de la industria automotriz?
La respuesta debe ser proporcional al problema. Por ejemplo, el reciente hallazgo de científicos de EE.UU., que han anunciado la fusión nuclear exitosa, con un saldo neto de energía. Desde hace más de medio siglo se desarrollan investigaciones multimillonarias para producir energía limpia barata y segura mediante fusión nuclear (cero emisión de CO2). Aparentemente eso se ha logrado y dentro de algunas décadas esa será la fuente de energía eléctrica de la Humanidad.[1]
Pero en las próximas décadas, mientras esta revolución de la física se convierte en tecnología y equipos, las acciones de los gobiernos deben ser proporcionales al problema, por ejemplo: transporte público eléctrico de muy alta calidad y prohibición los vehículos de combustión en todas las zonas céntricas, suministro gratuito de bicicletas subsidiado de forma directa por mayores impuestos a los autos particulares, entre otras medidas en donde los gobiernos tienen la responsabilidad. Sin embargo, ese tipo de medidas se consideran absurdas o impracticables pero la iniciativa individual de andar más en bicicleta cuenta con una aceptación generalizada en la opinión pública. Básicamente porque se ensambla muy bien en el contexto actual: es una respuesta individual, no requiere socialización ni organización, nos da la sensación de que nos estamos esforzando por el ambiente, nos provoca placer y el retorno es inmediato. Para prevenir suspicacias debo aclarar que creo que andar en bicicleta es una actividad maravillosa que integra elementos lúdicos con el ejercicio físico, pero creer que estamos haciendo algo para reducir el cambio climático es una tontería enorme.
Y así se diseñan políticas públicas que son absurdas en cuanto a sus resultados -esperados y obtenidos-, pero se ensamblan muy bien en la vida cotidiana de los «consumidores».
La política del absurdo
Hay dos categorías igualmente ineficaces para la gestión ambiental: La Humanidad y El Individuo. Los problemas ambientales siempre son locales, siempre se debe identificar la causa concreta, la fuente de emisión, para intervenir de forma temprana y preventiva. Menos de cien empresas en el mundo son responsables de más del 50% de la emisión de gases de efecto invernadero. ¿No deberían apuntar hacia ahí los esfuerzos de reducción?
Nunca es eficaz -aunque es lo más frecuente- partir de un lineamiento global, genérico y planetario, para diseñar políticas ambientales específicas. Cuando las políticas ambientales no se diseñan en base a las realidades y problemas locales, suelen ser inútiles, como mínimo.
Pero no debemos confundir local con individual, de hecho, son conceptos que van en direcciones opuestas. Local implica conocer el contexto, relacionarse, organizarse, actuar de forma colectiva y comunitaria. El abordaje individual es la alienación de los problemas ambientales, nos satisface la acción pero nos son ajenos los resultados, no existe vínculo entre el esfuerzo realizado y sus resultados. Veamos un par de ejemplos.
Sergio Federovisky en uno de sus últimos libros menciona el caso de las bolsas plásticas en Ruanda.[2] Este país africano conocido por las guerras tribales entre hutus y tutsis, que cobraron la vida de millones de civiles solo durante el siglo XX, es menos conocido porque esas guerras son meticulosamente planificadas y armadas por empresas europeas de países como Finlandia o Bélgica, para asegurar su control sobre la minería.[3] Además de los millones de muertos y la pobreza, el resultado de esta forma de minería es la devastación ambiental, con ríos contaminados y millones de hectáreas de selva transformada en desierto.
Pero hace poco tiempo el gobierno de Ruanda prohibió las bolsas plásticas, como si eso tuviera algo que ver con los problemas del país. Mediante un decreto que prevé hasta penas de cárcel para quien sea sorprendido con estos satánicos adminículos, el gobierno ruandés ingresó en el mundo paralelo de la corrección política ambiental. Pero si esto parece absurdo, las Naciones Unidas premiaron a Ruanda por su política anti-bolsas y la ponen como ejemplo de responsabilidad ambiental, la devastación de las selvas por la minería criminal o el colonialismo, no son temas en los que la ONU tenga opinión.
Podríamos pensar que estas cosas solo ocurren en África, así que veamos un ejemplo de Uruguay, el país que exporta más carne vacuna por habitante, en todo el planeta. Esto se podría deber a que somos muy pocos -viven en el territorio muchas más vacas que personas-, pero en términos absolutos, es uno de los cinco países que más exporta carne en el mundo, y ese dato sí impacta.
Si hay un proceso productivo en el mundo que ha demostrado ser ambientalmente sostenible es la ganadería extensiva en Uruguay. Con un rodeo que se incrementa ordenadamente desde hace más de un siglo, condicionado por la disponibilidad de suelo, agua y pasturas, entre otros recursos naturales, y por los avances tecnológicos, la ganadería se ha mantenido como el primer rubro del PIB. Sin embargo, han sido múltiples los cuestionamientos pseudo-científicos contra esta actividad, principalmente en las últimas décadas, por ejemplo:
- La huella hídrica -volumen de agua consumido para producir un kg de carne- de la ganadería uruguaya es muy alta. Este indicador global, diseñado en países europeos con muy poca agua, resulta absurdo en Uruguay, donde el 99% del agua que ingresa al territorio desemboca en el océano sin que la ganadería incida en su calidad o cantidad. Producir carne de cualquier otra forma para consumir menos agua sería ambientalmente más negativo.
- Las vacas tienen derecho a vivir, el veganismo permite una alimentación saludable respetando la vida. Por respeto a los lectores no voy a explicar la falta de seriedad de este argumento anti-darwiniano.
- La digestión del ganado produce metano (CH4) que es un gas con mayor potencial de efecto invernadero que el CO2. En realidad, este nuevo argumento que amenaza con sanciones a la ganadería uruguaya es tan falso como los anteriores. En términos absolutos Uruguay no aporta prácticamente nada de gases de efecto invernadero y en términos relativos tampoco. En primer lugar, cuando se estima la huella climática de la ganadería, se «omite» en el balance, entre otros detalles, contabilizar gran parte del carbono capturado por las praderas.[4] Pero lo más importante es que recientes investigaciones han demostrado que el ciclo del metano en la atmósfera es básicamente natural y que el papel antrópico en este ciclo es prácticamente despreciable.[5]
Lo llamativo no es que gobiernos de países desarrollados protegiendo a sus empresas intenten imponer barreras paraarancelarias a la producción en el mundo subdesarrollado. Lo increíble es que nuestros gobiernos lo acepten y se planteen seriamente reducir el metano de la ganadería. Sobre todo, cuando simultáneamente la falta de planificación de los monocultivos -principalmente soja- y el exceso de fertilización -entre otras malas prácticas agrícolas- han promovido la floración de algas tóxicas en todos los cuerpos de agua del país, poniendo en riesgo su disponibilidad para potabilización, los usos recreativos y la pesca artesanal, entre otras actividades. ¿Políticas ambientales diseñadas en base a la realidad del país o en base al discurso global?
El desequilibrio
Es cierto que la mayoría de los sistemas ambientales en el planeta presentan un nivel preocupante de desequilibrio, pero no menos cierto es que se trata de un reflejo directo del desequilibrio en los sistemas socioeconómicos.
No se puede obviar que el hiperconsumo en algunos países desarrollados tiene como contracara la devastación ambiental en los países que los proveen de materias primas.
Y sin afinar mucho la puntería, también es obvio que la inédita concentración de la riqueza en un pequeñísimo grupo de personas tiene como contracara a muchos millones sobreviviendo en condiciones de pobreza extrema. Mientras hay personas con un patrimonio que supera los 200.000 millones de dólares, existen millones de personas que viven con 200 dólares al año. Para ser más claro: Millones de habitantes de Sudán o Burundi tienen un capital mil millones de veces inferior al de Elon Musk o Jeff Bezos.
Desconocer la correlación entre desequilibrio socio-económico y desequilibrio ambiental es lo que algunos autores han llamado la trampa del «greenwashing»[6] y otros traducen como eco-blanqueo, en el cual se promueven acciones en todo el planeta que no sirven para nada en relación a la eliminación de las causas, que no ponen en riesgo el statu quo, pero nos dan la placentera sensación de que estamos aportando nuestro granito de arena para salvar al planeta.
__________________________________________________________________________ [1] El gobierno de EE.UU acaba de anunciar que se ha logrado con éxito la generación de energía eléctrica mediante fusión nuclear, posiblemente el hallazgo científico más relevante del siglo XXI. Disponible en: https://www.infobae.com/america/wapo/2022/12/13/expectativa-por-el-anuncio-de-estados-unidos-sobre-un-historico-avance-cientifico-en-energia-de-fusion-nuclear/ [2] Federovisky, S. (2018). El nuevo hombre verde. Edit. Capital Intelectual. Buenos Aires. [3] Coltan, comercio sangriente. Documental disponible en https://www.google.com/search?q=La+guerra+del+coltan+pelicula+completa&tbm=vid&sxsrf=ALiCzsbs7Lhkvm0rC3oxRSnA9p__WhdfGQ:1670612717406&ei=7YaTY_22GL3e1sQPpaOZ0Ac&start=10&sa=N&ved=2ahUKEwi94c-sne37AhU9r5UCHaVRBnoQ8tMDegQIGBAE&biw=1423&bih=703&dpr=1#fpstate=ive&vld=cid:27430ce4,vid:38VjYzAUi4s [4] Fernando González Guyer, F. (2021). GANADERÍA Y CAMBIO CLIMÁTICO PARA PRINCIPIANTES. Pautas para las negociaciones internacionales (Parte 1). CURI - Consejo Uruguayo para las Relaciones Internacionales. Estudio No 3/21. [5] Archibal D. (2022). Methane: Much Ado About Nothing. Disponible en https://wattsupwiththat.com/2022/11/19/methane-much-ado-about-nothing/ [6] Saito, K. (2022). El Capital en la era del Antropoceno. Ediciones B
Publicada: 14/12/2022
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