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La victoria del logos sobre el mito

Por Baltasar Aguilar Fleitas

El pasado jueves 21 de noviembre se celebró el Día de la Filosofía.


Nos enseñaron en secundaria que filosofía quiere decir, etimológicamente, “amor a la sabiduría”. Amor en el sentido de querer, desear, buscar... La filosofía es una aspiración a la sabiduría pero no es la sabiduría porque en sentido estricto esta no existe más que como tal, como aspiración.


Pero ¿para qué sirve la filosofía? No entraré de lleno en esta discusión tan actual porque no calzo los puntos para eso y no es el objetivo del artículo, pero sí creo necesario puntualizar algunos aspectos del tema.


Más allá de ese “amor a la sabiduría” la filosofía es un cuestionamiento interminable sobre los fundamentos de todo, de lo que existe y de lo que no existe. Siempre hay un porqué después del primer porqué que es ¿por qué hay algo en lugar de no haber nada?


Cuando le preguntaban a Borges para qué sirve la poesía contestaba alarmado diciendo que le parecía rara esa pregunta, para qué sirve la poesía podría ser igual, afirmaba, que preguntar para qué sirve el amor, la belleza, la amistad…


“La poesía no quiere convencer a nadie, no quiere ser útil, no quiere mejorar a nadie. La poesía simplemente es, como el amanecer o el ocaso, como el amor, como la lluvia” decía Jorge Luis Borges.


Ante las preguntas sobre la utilidad de la filosofía podríamos sentir la misma perplejidad aunque tenemos la posibilidad de repreguntar:  ¿cómo desarrollarías tu espíritu crítico sin conocimiento y sin práctica filosófica? ¿Nunca te harías preguntas sobre los asombros y desconciertos de la vida y en cambio te dejarías convencer fácilmente por las respuestas de los demás? ¿Nunca te preguntarías sobre el sentido de la existencia, qué hay después de la muerte si es que hay algo, o si existe Dios, o si es posible el amor o qué filosofía inspira la política económica o de derechos humanos que soportas o que te proponen? En el mundo actual, sumiso a los intereses del mercado y de las élites políticas, en este mundo que se nos vende como dado, inevitable y sin alternativas, es claro que hacerse esas preguntas es inútil o incluso peligroso. La filosofía en sus distintas vertientes es apertura, “sirve” para desmontar críticamente lo vigente y buscar alternativas a la esclavitud cognitiva y espiritual imperante. Pero dejemos esto por acá.


La obra de arte más monumental que se ha creado en homenaje a la filosofía es La escuela de Atenas, de Rafael Sanzio. Rafael (1483-1520 ) fue un pintor italiano que junto con Leonardo da Vinci (1452-1519), y Miguel Ángel (1475-1564) conformaron el trío más importante del despertar renacentista cabalgando sus vidas entre el fin del siglo XV y primera mitad del XVI.


Esta obra no es un cuadro sino un fresco de grandes dimensiones que Rafael pintó entre 1510 y 1512 en la Stanza della Segnatura del Palacio Apostólico del Vaticano. Esta sala forma parte de las Estancias de Rafael, un conjunto de habitaciones decoradas con frescos que el artista pintó por encargo del Papa Julio II.


En el centro vemos dos imágenes de personas que avanzan hacia nosotros: a la izquierda Platón señala el cielo donde supuestamente está el mundo de las ideas; a su lado Aristóteles con su mano derecha “lo baja a Tierra” indicándole que el verdadero mundo está aquí y lo conocemos por medio de los sentidos y la experiencia. 


En este fresco Rafael pintó decenas de personajes entre los que destacamos a Sócrates, a la izquierda, vestido con una túnica verdeamarronada que habla con otros filósofos; a Pitágoras sentado con un gran libro donde seguramente tiene sus proposiciones matemáticas; a Heráclito que sentado en el primer escalón medita sobre ese río al que no podemos entrar dos veces porque todo cambia, el río y nosotros; sentado unos escalones más arriba y casi desnudo encontramos al sucio Diógenes, el que vivía en un caño con los perros; a la derecha Euclides con un compás aporta sus conocimientos geométricos; y por si faltara alguien el propio Rafael se retrata mirándonos directamente disimulado en el grupo de la derecha…hay más personajes pero creo que una descripción detallada complicaría el artículo. Rafael pinta a los filósofos antiguos pero en algunos casos los actualiza y les pide prestado el rostro a algunos conocidos personajes de su época: así Platón tiene la cara de Leonardo y Heráclito la de Miguel Ángel que por ese tiempo estaba pintando la Capilla Sixtina. ¡Qué momento de la historia del arte, mi Dios!


Los mitos, como el de Eros y Psique que vimos la semana pasada, en tanto narraciones para explicar las cuestiones del mundo y de la vida fueron sustituidos por la razón encarnada en filósofos, artistas, matemáticos y científicos y eso es lo que nos muestra esta gran obra de Rafael.

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La escuela de Atenas

Rafael Sanzio

1510-1512

Fresco

500 cm x 770 cm

Museos Vaticanos, Palacio Apostólico, Ciudad del Vaticano

Publicada: 26/11/2024

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