Las venas abiertas de Bolivia
Por Baltasar Aguilar Fleitas
Como toda América Latina, Bolivia sangra. A veces la hemorragia promete cesar pero luego, de algún modo, se reabre la herida. Por sus venas abiertas se van sangre, lágrimas de sufrimiento y gritos de rebeldía y dolor.
La obra de arte de la semana es este cuadro que me recuerda al grito de Munch o al rostro silencioso y triste, casi condenado, enmarcado por rudas manos del ecuatoriano Oswaldo Guayasamin. Misteriosa el alma humana que manifiesta su incomodidad con gritos o resignados silencios.
El autor de esta obra llamado El grito de un pueblo es el pintor, dibujante, grabador, escultor y muralista boliviano Gil Imaná Garrón que nació en Sucre en 1933 y murió en La Paz en 2021.
Gil Imaná fue el primer pintor latinoamericano que tuvo una exposición individual en el importante Museo L'Ermitage de San Petersburgo, en Rusia. También realizó exposiciones en Estados Unidos, México, París, etc.
La temática que representó tiene dos ejes primordiales: la mujer y los asuntos sociales y políticos. Nunca dejó de lado su compromiso con las luchas populares ni su comprensión y empatía hacia la dura vida de las mujeres de su país y del continente latinoamericano.
Esta mujer levanta los brazos y emite un grito desgarrador y visceral; hay partes del cuerpo que sugieren su anatomía interna: de ahí le nace el grito, ese interior lastimado y tumultuoso es el origen del reclamo y la protesta.
Gil Imaná se casó con Inés Córdova, también artista plástica boliviana; el patrimonio artístico y cultural de ambos fue donado al pueblo boliviano a través de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FCBCB), con vistas a la creación de un museo donde Gil Imaná e Inés Córdova forjaron su legado durante mucho tiempo.
«Gil Imaná refleja en sus rostros el alma boliviana.» escribió Pablo Neruda en 1962
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El grito de un pueblo
Gil Imaná Garrón
Óleo sobre lienzo
65 x 80 cm
1971
Museo Imaná-Córdova, La Paz, Bolivia
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