Lo prefiero en moto y con el casco de la Wehrmacht que firmando decretos para la oligarquía
Recibimos de Juan Pueblo
La noticia excluyente de los últimos días fue el paseíto en moto del Presidente Lacalle por Punta de Este, luego de disfrutar de las atenciones recibidas en el súperyate pagado por los sufridos malla oro de las tabacaleras.
¡Cómo come la izquierda! Todos entraron por el aro y hablaron de si el casco era reglamentario, si llevaba chaleco reflectivo, si la matrícula estaba al costado en vez de estar atrás.
Es obvio que los asesores (que deberían estar presos) quieren que se hable de eso, antes que de la asociación para delinquir con mostrador en el piso 4 de la Torre Ejecutiva, de los documentos públicos destruidos en la reunión en que Lacalle pasó a saludar, de la entrega del puerto por 80 años (el mayor negociado de nuestra historia), de Penadés (de quien eligió no ser un "mal amigo"), de las preguntas que no le hizo la fiscal compañera (porque eligió sacarse una selfie), de los mandados a las tabacaleras (que ahora lo sacan a dar una vuelta en yate), del pasaporte express para el emprendedor Marset, de las 4 toneladas de "pescado" fletadas desde Arabia hasta Suárez y Reyes por valija diplomática, del espionaje que ordenó a dos senadores de la oposición y a su propia esposa, de que su jefe de seguridad (empleado de la familia desde hace 30 años, el que lo sabe todo), arregló con Fosatti por 4 añitos a condición de dejarla por esa.
Pero los medios (todos) pasando el verano hablando del repugnante casco de la Wehrmacht, que mal se colocó para hacerse grabar subido a una moto para la que le faltarían 10 cm de altura y de la que por poco se cae.
Lo prefiero ahí, mostrando su "cercanía" con los patrones de Milei, que con una lapicera regalada por algún CEO, firmando decretos para la oligarquía.
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