Todos estamos enfermos
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Por Baltasar Aguilar Fleitas

Casi aforismos:
1- Me gustan los surrealistas porque en su tiempo pensaron distinto a como se venía pensando. Sin medias tintas. Después del surrealismo nada es igual, todo tiene otro fondo.
2- Entre los surrealistas me encanta Magritte porque cuestiona a eso que llamamos la realidad y descubre la ambigüedad de las imágenes que vemos. En esta serie visitamos un cuadro donde dos seres se besan pero tienen las cabezas tapadas. Es un beso sin rostro. Si como decía Lévinas el otro es el rostro, ese beso no existe. Lo vimos acá. Magritte era un provocador. Si te lo tomás en serio, te enloquece.
3- La OMS definió a la salud como “un estado de completo bienestar físico, psicológico y social”. En su momento esta definición fue revolucionaria: incorporó dimensiones al concepto de salud, por ende al de enfermedad. Ahora me parece un chiste. Nunca vi a nadie en ese estado de equilibrio estático, casi mortuorio, hierático y al santo botón en el que no te pasa nada y al que la petulancia médica experta y viajera de la OMS pretendió reducir la vida. ¿O es una forma de decir que estamos todos enfermos?
4- Efectivamente, estamos todos enfermos. Nadie está, lo aseguro, absolutamente sano. Por eso Gadamer, aunque en otro sentido, hablaba del “estado oculto de la salud”. El mundo está enfermo. Nos pasan cosas a cada momento. Y por dentro, ni te cuento: nos comen las alimañas. ¿De qué “completo estado” de bienestar me hablás? Aunque se pudiera conseguir, no lo quiero.
5- El asunto es más complicado aún: los terapeutas también están enfermos. Al menos eso pretende decirnos el gran pintor belga René Magritte (1898-1967) en un cuadro llamado precisamente Terapeuta.
6- ¿Qué sano puede estar un tipo mitad humano, mitad jaula? Allí hay una figura enigmática que nos distorsiona la percepción habitual de lo real. La parte inferior del terapeuta es un hombre que lleva un bastón en una mano y apoya la otra sobre un saco o mochila. La parte superior, coronada por un sombrero de paja, está semicubierta por un manto rojo, y no tiene cabeza ni rostro ni boca ni ojos. No tiene mirada. O quizás no vemos su mirada. Quizás el terapeuta nos mira tan adentro que de tanto mirarnos así, tan profundamente, nuestras miradas no se cruzan.
7- El pecho está abierto; si es un terapeuta no está nada mal que te reciba con el pecho abierto. Pero adentro tiene una jaula. O sea, el terapeuta se ve entero por fuera pero en su interior hay un conflicto, algo en él está reprimido, no puede salir.
8- Las que no pueden salir son dos palomitas. Una está echadita, triste de tanta represión o tal vez ya esté moribunda (es lo que ocurre cuando le pasas llave por mucho tiempo a los pajaritos que llevas adentro); la otra aún está erguida, quizás todavía da pelea. Para mi que los pajaritos son los deseos reprimidos del tipo. Este terapeuta no puede estar en un estado de “completo bienestar”. Está enfermo. Como todos. ¿Y entonces? Mejor consultamos a Paulo Coelho.
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Terapeuta (o El terapeuta)
René Magritte
1937
Óleo sobre lienzo
Hay varias versiones de este cuadro y las dimensiones varían
Colección privada
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